NOSOTRAS

Nos cercenaron las ganas.
Las ganas de querer,
de amar,
de desear,
de soñar.

Nos hicieron sentir culpables,
por no querer tener hijos.
Por querer hacer cosas diferentes.
Por no querer una pareja permanente.
Por tener sueños poco convencionales.

Nos hicieron sentir sucias,
por desear a un hombre solo como un objeto sexual.
Por sentir ganas y deseos urgentes de que nos toquen
o que nos hagan vibrar de placer
sin nada más;
sin compromisos,
sin responsabilidades,
sin culpables.

Nos hicieron sentir solas,
por alimentar esa malsana competencia entre nosotras.
Por hacernos sentir estúpidas,
cuando a veces solo somos sentimiento y queremos llorar.
Por alentar ese ataque permanente entre nosotras,
solo para agradar a unos y hacer morir de envidia a otras.

Nos hicieron sentir malas,
por no seguir ritos y creencias impuestas,
en donde en la gran mayoría de los casos
somos condenadas y minimizadas.

Nos hicieron sentir inferiores,
por no darle crédito a nuestro trabajo
e insistir en que nuestras habilidades
no son tan buenas como las de los hombres,
y por eso el reconocimiento es menor.

Nos condenan aún hoy:
por no querernos ver "bonitas" de vez en cuando.
Por tomarnos unos tragos sin ninguna culpa.
Por querer acostarnos con hombres solo porque tenemos ganas.
Por no querer formar un hogar.
Por hablar fuerte,
por tener caracter,
por ser inteligentes.
Por responder y ser coherentes
o simplemente,
por derrumbarnos a veces y echarnos a llorar.

Comentarios

Publicar un comentario