RESURRECCIÓN
Cada domingo es un calvario.
Me levanto sin ganas,
con la boca seca por el alcohol,
con el alma destilada,
por la noche anterior.
Los ojos ardiendo,
por haberlo visto todo.
Y la culpa latiendo fuerte,
más que el mismo corazón.
La tarde se pasa sin ganas,
arrastrándose, melancólica…
Y al mezclarse poco a poco,
con la desazón del alma,
me asfixia,
me ahoga,
va llevándose el aire…
La vida.
Llega la noche inerte y fría,
y mi cuerpo
ya no es más que un puñado de carnes y huesos desvelados…
Hasta que al final...llega la muerte
y mi alma resucita al día siguiente.
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